domingo, 12 de febrero de 2017

A New World: Capítulo 3

-¿Estás bien? –preguntó Kareth a su hermana.

 

Ambos estaban en la azotea de una de las casas. Habían pasado varias horas desde que la chica entrase en cólera frente a Razer, logrando que reaccionase.

 

Tras haberse marchado y haberse calmado la situación, Kareth decidió hablar con ella.

-¿Vas a echarme la bronca? –preguntó.

-En realidad, no. Puede que hayas exagerado un poco, pero, dadas las circunstancias, era necesario.

-Ya veo –respondió con simpleza, exhalando un profundo suspiro antes de perder el equilibrio.

-¡Sarah! –exclamó su hermano, sujetándola antes de que cayese al suelo.

-Perdona. Me he mareado un poco.

-Llevas días que ni comes ni duermes como es debido. Lo raro es que no te haya pasado antes.

-He estado pensando todo este tiempo. En ellos y en lo que hicieron –dijo la joven, aferrándose fuertemente con su mano a los dos colgantes que rodeaban su cuello.

 

El chico sabía bien lo que Quattuor había significado para ella. También que ese sentimiento había sido recíproco.

 

“Cuida de tu hermana”. Ese había sido su último mensaje, transmitido por Kai junto a la entrega de su colgante.

-No quiero que queden en el olvido, Kareth.

-Y no lo harán –declaró el chico mientras acariciaba su pelo, sentándose en el suelo y dejando que la joven apoyara la cabeza sobre sus piernas- Pase lo que pase, no los olvidaremos.

-No pienso rendirme... –sentenció la chica con lágrimas en los ojos, quedándose por fin dormida.

 

En ese momento, Ivel apareció por la puerta de entrada.

-Kareth, Razer quería veros para hablar de... –se detuvo a mitad de conversación, al darse cuenta de que su amigo se llevaba un dedo a los labios- ¿Interrumpo algo? –susurró.

-Deja que antes la lleve a una habitación donde pueda descansar –respondió-. Me reuniré con vosotros después.

Asintiendo, la líder de los nómadas se marchó, cerrando la puerta detrás de sí.

 

Tras dejar a Sarah, se dirigió al punto de encuentro con los demás. Allí lo esperaban Ivel, Remi, Donell, Normand y el propio Razer quien, tras haberse duchado y afeitado, tenía un aspecto mucho más presentable.

-Bienvenido, Kareth.

-Te veo mejor, Razer –sonrió el joven, al observar su renovado aspecto.

-Sí, yo también lo creo. De hecho, ahora que estáis aquí, quería pediros perdón a todos. No sé cómo puedo seguir considerándome un líder después de que esta situación haya podido conmigo. De verdad, lo siento –dijo, agachando la cabeza.

-Lo importante es que ahora estás bien –contestó Ivel.

-Ella tiene razón. De nada sirve darle vueltas –añadió Remi.

-Gracias. Sobre todo a ti, Donell, que me has cuidado durante todo este tiempo.

-Tenía esperanzas de que volverías.

-Y así ha sido –respondió mientras dirigía su mirada hacia Kareth-. También quiero disculparme con Sarah. Aunque primero, deberé darle las gracias por haberme hecho entrar en razón.

-Estoy seguro de que las recibirá de buena gana –afirmó el chico-. Aunque ahora hay cosas más importantes en las que centrarse.

-Así es. Donell me ha hecho un resumen de la situación. Por lo que tengo entendido, la batalla entre las tres potencias es casi inminente. Según nuestros cálculos, queda poco más de una semana para que ocurra, aunque depende de cuánto tarde cada ejército en prepararse y de la decisión del gobierno de la unión.

-Yorus debe de estar pasándolo mal ahora mismo –declaró Kareth.

-Sí, pero es posible que gracias a él consigamos más tiempo –indicó Razer.

-¿Y bien? ¿Qué es lo que propones? –preguntó Remi.

-Primero tengo que confirmar algunas cosas. Por ejemplo, ¿se sabe donde hará su último movimiento el proyecto Gaia?

-No estoy seguro, pero el único sitio que se me ocurre es Genese. Al fin y al cabo, en el subsuelo de la ciudad es donde se encuentra su base, así como donde se llevaron a cabo los experimentos que dieron lugar al primer contacto con ella.

-¿Crees que será posible acceder a la base de alguna forma?

-Si no recuerdo mal, Tribus protegía una casa donde había una trampilla que llevaba al subterráneo. ¿Por qué lo preguntas?

-Intentar detener la guerra, tal y como están las cosas, me parece casi imposible. Sin embargo, un ataque directo contra ellos resultaría más eficiente. Eso sí, tendremos que hacerlo antes de que se produzca la batalla.

-De ahí la ayuda que nos pueda aportar Yorus, supongo –aclaró Remi.

-Aun así, el grupo que se infiltre deberá ser reducido. Y tampoco estamos seguros de si usarán su base como cebo mientras lo llevan a cabo en otro sitio –replicó Kareth.

-En incluso siendo allí, estará protegido –añadió Ivel.

-Lo sé. Lo único que podemos hacer al respecto es mandar un segundo grupo a otro lugar donde creamos que también puede producirse el advenimiento de Gaia –propuso Razer.

-¿Y qué lugar sería ése? –preguntó Kareth.

-Los territorios del imperio.

-Cierto. Teniendo en cuenta su relación con el emperador, y el hecho de que Detz estuviese allí, sería una posibilidad bastante segura –explicó Kareth.

-Pero, los territorios del imperio son muy extensos. ¿Cómo sabremos el sitio exacto donde lo harán? –preguntó Ivel.

-Apuesto por el “Distrito β”. Donde vive el emperador. Sin duda, será el más protegido aun después del envío de tropas a la batalla de las tres potencias. Además, no me extrañaría que, pese a los daños que causó Quattuor en su vivienda, todavía haya una zona escondida bajo tierra donde poder llevar a cabo su plan.

-Resumiendo –continuó Remi-, nos dividiremos en dos grupos: uno que se infiltre en la base subterránea que hay en Genese, y otro que lo haga en los territorios del imperio.

-Así es. No obstante, no creo que Yorus nos consiga tiempo suficiente, por lo que habrá que recurrir a una tercera operación –dijo Razer, con una mueca de disgusto.

-¿A qué te refieres? –preguntó Kareth, extrañado.

-No me gusta la idea, pero lo único que se me ocurre es enviar al resto de nuestros efectivos a la guerra.

-¡¿Qué?! –exclamaron a la vez Ivel, Remi y Kareth.

-¡Es un suicidio! –se quejó Ivel.

-¡Además, ¿no les ayudará eso a conseguir lo que quieren?! –añadió Remi.

-Por lo que dijo Naithan, los Rebeldes no entran dentro de esos cálculos. Lo que quiere decir que tanto si participásemos como si no, daría lo mismo. Sé que es un suicidio, y más teniendo en cuenta que tendremos que dividir a nuestros soldados para que retengan todo lo que puedan a cada bando antes de que se encuentren, pero no hay más remedio. De ello depende que los grupos de infiltración lo consigan. No os preocupéis, yo mismo les acompañaré y lucharé junto a ellas. Es mi responsabilidad como líder.

-Razer... –murmuró Kareth.

-El futuro de la humanidad está en juego.

 

Pese a no estar de acuerdo con él, a ninguno se le ocurrió otra estrategia. Por otro lado, todo el peso de aquélla residía sobre los grupos de infiltración.

-Ahora que lo pienso, has dicho que el “Distrito β” será el más protegido. ¿No será peligroso entonces infiltrarse en él? –preguntó Remi.

-A mi manera de ver –respondió Donell en su lugar-, teniendo en cuenta que estarán más centrados en la batalla que está por llegar, y que el grupo que enviemos será reducido, no se fijarán mucho en nosotros.

-Así es –continuó Razer-. Además, dada la naturaleza de Naithan y su deseo por que se produzca una carnicería, deduzco que mandará a casi todo su ejército. Así que, incluso si pienso que será el distrito más protegida, dudo que disponga de tanta protección como para que suponga un gran riesgo.

-Visto así...

-De hecho, lo más recomendable será que el grupo que se infiltre en Genese disponga que los soldados más fuertes.

-Mm... –meditó Kareth durante unos segundos, tras lo que tomó una decisión- Yo iré en el grupo de Genese.

-¿Estás seguro? –preguntó Razer.

-Las probabilidades de que el proyecto Gaia actúe allí son mayores, ¿verdad? Si es así, debo estar presente para enfrentarme a Detz.

-Yo iré con él –se ofreció Ivel-. Después de que esos monstruos atacasen esta villa y de que varios de los nuestros muriesen defendiéndola, decidimos participar en esta guerra Es nuestra forma de honrar a los difuntos, aunque no el único motivo. Como ha dicho Razer, el futuro de la humanidad está en juego, y sean quienes sean nuestros enemigos, lucharemos para sobrevivir. Como hemos hecho siempre.

-Sois una tribu formidable la halagó Razer- Será un placer contar con vosotros.

-En cualquier caso, ya nos lo imaginábamos. Si no, no estaríais aquí –bromeó Remi.

-¡Cállate! –replicó la joven, golpeándole en la espinilla.

-¿A ti te parece bien, Kareth? –preguntó el líder de los Rebeldes.

-¡Por supuesto! ¡Me sentiré más seguro teniéndola a ella en mi equipo!

-Entonces, decidido. Kareth e Ivel se dirigirán a Genese. Más tarde decidiremos qué harán el resto, pero, por ahora, creo que Normand tiene algo que darte.

 

Asintiendo, el hombre se acercó a él, sacando, del interior de la máquina en la que siempre iba subido, una daga que el chico reconoció como la que fabricó su madre.

-Me ha costado un poco, pero lo he conseguido –dijo, entregándosela.

 

Con cuidado, el joven la observó, percatándose de que el hueco que antes tenía había sido sustituido por un material idéntico al de su filo, dándole una apariencia mucho más similar a la de una daga normal.

-¿Se utiliza igual que una convencional? –preguntó.

-En parte sí y en parte no. Verás, lo que le faltaba era un mecanismo de vibración.

-¿Mecanismo de vibración? –le vino a la mente la imagen del Sonar.

-Exacto. Al apretar por primera vez el botón que tiene en la empuñadura, se produce una fuerte vibración mecánica en el filo que, a su vez, genera resonancia con una pequeña cantidad de Radiar previamente guardada en su interior. Al apretar el botón una segunda vez, ese Radiar es expulsado al exterior de golpe, de manera que, dada su alta inestabilidad, explota al tomar contacto con el del objetivo.

-Ese tipo de técnica es como la que nos enseñó Quattuor para luchar contra los descendientes. Sólo que parece mucho más potente.

-Además, le he añadido un motor K para que, cuando se pulse el segundo botón, el filo pueda hundirse más profundamente –aclaró Normand.

-Perfecto. Con esto quizás logremos derrotar a Detz. Gracias –dijo Kareth mientras seguía mirando el objeto-. Me pregunto por qué mi madre se decidiría por una daga. ¿No hubiese sido más fácil una pistola u otra arma de fuego?

-Tengo mi teoría –declaró el científico-. Esta arma es de un sólo uso, y lo más probable es que deba alcanzar un punto vital para conseguir su objetivo. Puede que tu madre la hiciese pensando que sería más fácil acertar con un arma blanca en lugar de un arma de fuego.

-Un sólo uso, ¿eh? Como si la presión que tengo no fuese suficiente –se quejó el chico, esbozando una sonrisa irónica, a la vez que guardaba la daga.

-También tengo casi acabado el arco de Sarah, así que, cuando despierte, dile que venga a verme.

-Lo haré.

 

Mientras tanto, en otro lugar, Tribus observaba el cuerpo de Nara, quien dormía profundamente en el interior de un cilindro similar a aquel del que fue rescatada.

 

De repente, escuchó un ruido metálico detrás de ella, cuyo origen era Unum, quien, con expresión de dolor, y sujetándose uno de sus brazos, había lanzado contra el suelo material de investigación dispuesto sobre una bandeja.

-¡Joder! ¡Ya he acabado de regenerarme! ¡¿Por qué me sigue doliendo?!

-El poder liberado de un semidiós te golpeó casi de lleno. Es normal que tengas secuelas aun habiéndote recuperado –explicó ella.

-¡Tiene suerte de estar muerta! ¡De lo contrario, juro que la retorcería entre mis brazos como si fuese un sucio trapo!

-La culpa es tuya por confiarte –declaró, burlona-. Pero en fin, supongo que un problema menos.

-¿Ha dicho algo Detz? –preguntó Unum mientras se sentaba en una silla, acariciándose la parte afectada.

-Dice que las tropas de Yohei Gakko ya se han reunido con las del imperio. Supongo que en un par de días habrán acabado las preparaciones.

-Y él vendrá hacia aquí.

-Tanto él como Duobus.

-¿Ella también?

-Claro. Tenemos que proteger el contenedor cueste lo que cueste. Es lógico que los que quedamos nos encarguemos de ello.

-Ya. Bueno, da igual, siempre y cuando no me robe a mis presas.

-Tranquilo, tendrás tu diversión.

 

Durante unos instantes, se mantuvieron en silencio, inmersos en sus propios pensamientos, como si ignorasen la presencia del otro.

-Por cierto, Tribus...

-¿Sí?

-Lo que te pidió Detz que le injertases...

-No lo sé. Y aunque lo supiese no te lo diría.

-Je. Lo suponía –dijo, levantándose y se disponiéndose a marcharse-. Es curioso. Últimamente, la imagen de esa chica ha vuelto a aparecerse en mi cabeza. Me pregunto por qué, no siento nada al recordarla, pero, aun así, se mantiene viva en mis recuerdos. Incluso su nombre: May. Parece que, después de todo lo que hemos cambiado, nuestro pasado nos perseguirá hasta la muerte, ¿no crees, Tribus? –sentenció, riéndose de sus propias palabras.

-Tienes razón, Unum. No importa lo que cambiemos, nuestro pasado siempre seguirá presente. Pese a ello, nunca volverá a ser nuestro –murmuró ella, una vez sola, adoptando una expresión melancólica-. En ese sentido, todavía te tengo envidia. Porque pudiste pensar por ti mismo, ¿no es así, Quattuor?

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