lunes, 27 de julio de 2015

The three global powers: Capítulo 15

Eirin estaba sentada en una silla de la cocina, en la pequeña casa en la que vivían ella y su padre. Nerviosa, tomó un sorbo de la taza entre sus manos, intentando no derramar el líquido de su interior.

 

En ese momento, la puerta de la entrada se abrió, sobresaltándola y haciendo que se levantase a ver quién había entrado.

-¡Padre! –gritó al ver a Garth, corriendo a abrazarlo- ¡¿Estás bien?! ¡¿Te han hecho algo?!

-Nada, hemos conseguido escapar ilesos. Aunque las cosas se pusieron difíciles y hubo un momento en que creí que me tenían, pero, por suerte, recibieron justo a tiempo el aviso de retirada.

-¡¿Y los demás?!

-Lo han conseguido, hija mía –respondió el hombre, sonriente-. La facción y la unión han decidido renunciar a la guerra.

 

Al poco de acabar la frase, Miruru entró en la casa, aunque con cierta timidez, pues era la primera vez que la visitaba.

-Miruru –susurró Eirin.

-¡Ah! –reaccionó la semidiosa- ¡Hola, Eirin! –contentas de verse de nuevo, ambas se abrazaron.

-¡Me alegro de que estéis todos bien! –exclamó Eirin, con lágrimas en los ojos.

-Sí. –dijo Miruru-. Yo también.

 

-¿Qué pasó después de que vencieseis a los malos? –preguntó Eirin, entregándole otra taza a Miruru-. Perdona por no poder ofrecerte nada más.

-No te preocupes, sé cómo está la situación. Sólo espero que a partir de ahora todo mejore. En cuanto a lo que ocurrió... tras renunciar a la guerra, los gobernadores decidieron que su siguiente movimiento sería informar al soberano del imperio sobre el proyecto Gaia, para lo que tendrán concertar una reunión con él –explicó la joven, riendo ligeramente al caer en la cuenta de que Eirin había llamado a los descendientes “los malos”-. También han decidido aliarse con los Rebeldes. Puesto que tienen el mismo objetivo, no ven motivo para que eso no les aporte beneficios. Y, por supuesto, si la facción deja las armas, se dedicarán menos recursos a ellas por lo que la situación de los ciudadanos debería mejorar gradualmente. De todas formas, Razer se ha encargado de hablar de ello con el gobernador, como parte del pacto.

-Espero que todo salga bien. Muchas personas lo necesitan –dijo Eirin mientras Miruru observaba su expresión de tristeza, recordando una conversación que mantuvo con Alder.

 

-¿Querías hablar conmigo? –preguntó Miruru, alejándose de los demás.

-Quería agradecerte que hayas intervenido en todo esto. Sin duda, todos habéis ayudado, pero si no llega a ser por ti, puede que mis dudas sobre Quinque nunca se hubiesen resuelto.

-Dicho así, parece que te haya comido el coco.

-Ja, al decir eso me recuerdas a una vieja amiga mía. Aunque a ella se le daba mejor convencer a los demás de lo que se te da a ti.

-¿Daba?

-Sí, murió hace un tiempo. Por lo que se dijo, fue asesinada por otros cabecillas del bajo mundo a raíz del problema que hubo con el último torneo para elegir líder. Ahora me doy cuenta de que, en realidad, fue Quinque quien lo hizo.

-¿No te referirás por un casual a una mujer llamada Anna?

-¿La conocías? –se sorprendió el hombre, generando la misma reacción en la semidiosa.

-Lo cierto es que Kai y yo participamos en su nombre en ese torneo, a cambio de cierta información sobre alguien a quien buscamos. Al principio no me fiaba mucho de ella, pero era una mujer de palabra.

-Sí, lo era. Hace tiempo me dijo que llegaría a ser la líder del bajo mundo, y que para entonces más me valía estar preparado.

-Parece que erais bastante cercanos.

-Sí, pero eso ya es otra historia.

-Siento no haber podido hacer nada por salvarla.

-No podías saberlo. Ni siquiera yo lo supe hasta hoy. Si hubiese sido un líder más capaz, habría podido evitar la muerte de muchos dirigentes del bajo mundo, incluida ella. Por desgracia, fui engañado por Quinque –dijo Alder, permaneciendo en silencio, arrepentido, durante unos segundos- En cualquier caso, no sabemos qué ocurrirá a partir de ahora. Procuraré no cometer el mismo error.

 

-Miruru. ¡Miruru!

La chica despertó de su ensimismamiento al escuchar la voz de Eirin.

-¿Estás bien?

-Sí, tranquila. Oye, Eirin...

-Dime.

-...lo cierto es que no sólo había venido a ver cómo estabas, sino también a despedirme. En cuanto Razer termine de aclarar los trámites para pactar la alianza, volveremos a la villa de los Rebeldes y nos prepararemos para la fecha en la que tenga lugar la reunión con el emperador. Así que sólo quería desearte lo mejor y, bueno, esperar a que algún día puedas volver a ver a tu hermana.

-¡Je! –sonrió Eirin-. Al menos sé que sigue viva –dijo, provocando que Miruru frunciese el ceño, confusa.

-No importa. Es sólo una corazonada. En cualquier caso, quería darte las gracias por lo que has hecho por nosotros. Por salvarme cuando me desmayé en la calle, luchar por mi gente y conseguir darnos esperanza. ¡Muchas gracias! –sentenció animadamente.

-No hay de qué.

 

-¿Volveremos a vernos? –preguntó Eirin, viendo a la semidiosa salir por la puerta.

-Por supuesto. Quiero escuchar más de tus historias con tu hermana y el resto de tu familia. A cambio, yo también te contaré mis aventuras.

-Lo espero con ansias. ¡Ah, y buena suerte con Kai! –le deseó la chica, dejándola petrificada en la entrada, visiblemente avergonzada. Aun sabiendo que Eirin conocía al nigromante, se preguntaba de dónde había sacado esa conclusión. Pese a todo, asintió y se marchó.

 

Tiempo después, todos se reunieron en el lugar acordado, incluidos Zen, Sen, Len y Sdren, quienes también habían conseguido escapar de los soldados.

 

Allí también vieron a Garth y a su amigo, quienes se despidieron de Razer.

-He terminado de hablar con el gobernado y ha accedido a vuestra petición. Puesto que su principal objetivo era ganar la guerra, ahora que eso ha cambiado, se dedicarán más recursos a los habitantes –explicó el líder de los Rebeldes.

-Gracias por todo, amigo. Sin ti no lo habríamos conseguido –le agradeció Garth.

-Todavía queda mucho por hacer. Además, esto no ha sido cosa de una persona –continuó Razer, dirigiendo la mirada a sus compañeros-, sino de la unión de muchas.

-Espero que detengáis esta guerra.

-Lo haremos. Estoy seguro.

-Siento interrumpiros –dijo Sdren, apareciendo, de repente, al lado de Razer-, pero Donell me acaba de informar de que un grupo de personas acaba de llegar a la villa. Dicen que quieren unirse a nosotros.

-¿Eh? No debería haber problema en que se encargase él mismo de decidirlo.

-En realidad, uno de ellos quiere hablar contigo en persona. Y parecía importante.

-De acuerdo... –respondió Razer, aunque no muy convencido- Si es así, será mejor que volvamos cuanto antes.

-Si algún día volvéis por aquí, no dudéis en visitarnos. Os ayudaremos en lo que necesitéis –declaró Garth, viendo que ya se marchaban.

-Gracias, no lo olvidaremos.

 

Para el camino de vuelta, utilizaron el mismo conducto de alcantarillado. Durante el viaje, Kareth se mantuvo pensativo mientras observaba su colgante.

-¿Ocurre algo? –le preguntó Sarah.

-Me estaba acordando de cuando Quinque utilizó el Sonar. Este colgante impidió que nos afectase, ¿verdad? –contestó el joven, haciendo que ella también sacase el suyo.

-Un artefacto que afecta al Radiar de nuestro cuerpo y otro que evita que lo haga. ¿Te sugiere algo?

-Puede que sólo sea una hipótesis, pero ¿y si por eso Quattuor y yo no acabamos como el resto de descendientes?

-¿Quieres decir que, gracias a este colgante, no te volviste parte del proyecto Gaia?

-Si es capaz de actuar sobre el Radiar, igual que lo hace el Sonar, no sería descabellado pensar que al llevarlo desde pequeño haya interferido de alguna manera en ese proceso. Y que tanto nosotros dos como Quattuor tengamos uno...

-Entonces, desde el principio, esa mujer quería protegernos.

-La mujer de la que habló Quattuor, ¿no?

-Me pregunto que fue lo que descubriría.

 

Al cabo de varios días, finalmente, llegaron a la villa, donde sus habitantes los recibieron entre vítores. Sobre todo, hubo muchos que saludaron a Sdren y los tres hermanos, quienes llevaban tiempo fuera debido a su condición de espías.

-Hacía tiempo que no me sentía tan emocionado –declaró Sdren mientras abrazaba a otro hombre al que conocía.

 

Por su parte, Razer les sonrió mientras intentaba abrirse paso con suavidad. Incluso Kareth y los demás lo tuvieron difícil para moverse pese a ser los que menos tiempo llevaban entre ellos.

 

Al llegar donde les esperaba Donell, éste les hizo un gesto para que lo siguiesen, llevándoles hasta una sala en la que se encontraba el supuesto grupo que quería unirse a ellos.

 

Al abrir la puerta, descubrieron un total de cuatro personas, de las cuales dos reconocieron al instante a Miruru y a Kai.

-¡No me lo puedo creer! –exclamaron ambos en una mezcla de sorpresa y alegría.

-¡Seph! ¡Drake! –contestó Miruru al reconocer a sus dos amigos, a quienes habían conocido durante el torneo: la chica de piel blanca, pelo rojo y largo recogido en una coleta; y el chico de piel más morena, cabello corto y castaño.

 

Emocionada, Miruru se lanzó a abrazar a su amiga mientras el otro joven acarició su cabeza cariñosamente.

-¡Me alegro de verte, Miruru! –dijo Seph, a quien por poco se le saltaban las lágrimas.

-¡Cuánto tiempo, mi pequeña rubita!

-¡Así que al final habéis encontrado a los Rebeldes! –intervino Kai, chocando manos con Drake- ¿Cómo disteis con este lugar?

-Buscando información, encontramos con un grupo de Rebeldes en una zona a pocos kilómetros de aquí. Después de comprobar que nuestra intención de unirnos era sincera, no tuvieron reparos en guiarnos hasta aquí. Lo que más me sorprende es haberos encontrado a vosotros –explicó Drake.

-Es una larga historia –indicó Miruru tras separarse de Seph-. ¡Es genial que nos hayamos reunido!

-¡Y que lo digas! ¡No sabes las ganas que tenía de volver a verte, mi rubita querida!

-Drake...

-Y-ya lo dejo...

-¿Los conocéis? –preguntó Razer.

-Son amigos nuestros. Los conocimos en los territorios del norte, y los cuatro pasamos por una situación bastante complicada.

-Ni lo menciones. Cuanto antes me olvide de aquello, mejor –añadió Seph.

-Entiendo. Bueno, si sois amigos de Kai y Miruru, no veo motivo para impedir que os unáis a nosotros.

-¿Permitir? Espera, ¡¿tú eres Razer, el líder de los Rebeldes?!

-¿Tanto os sorprende? –preguntó él, ante la expresión de sorpresa de la pareja.

-¡Ah, lo siento! Supongo que no esperábamos a alguien tan joven.

-Tranquilos. Suele pasar –rió Razer- Aun así, es raro que me conozcáis por mi nombre.

-¡Por supuesto que lo conocemos! –exclamaron los dos al unísono- ¡Cualquiera que quiera unirse a los Rebeldes lo conoce!

-Me halagáis. En cualquier caso, bienvenidos seáis.

-¡Gracias! –agradecieron.

-¡Me alegro de que lo hayáis conseguido, chicos! –dijo uno de sus acompañantes. Se trataba de un hombre mayor, de pelo cano y escaso y barba descuidada. Su estatura era baja y presentaba algunas arrugas en las mejillas. Sin embargo, su característica más visible era que estaba sentado sobre una máquina con varias patas metálicas, parecidas en forma y número a las de una araña, y que le permitía moverse.

 

Los presentes lo reconocieron al instante pese a lo desapercibido que había pasado en un principio.

-¡¡Normand Hadder!! –gritaron todos.

-¡¿A qué viene tanto jaleo?! –se quejó el hombre, con un tono de voz agudo- ¡Ni que hubieseis visto a una celebridad! –añadió.

-¡P-pero, ¿qué hace usted aquí?! –preguntó Razer.

-¡Oye! ¡No me trates de usted! ¡Me hace sentir viejo! Hace tiempo que acompaño a estos chicos en su viaje para encontraros a ti y a tu grupo, y poco a poco yo también me interesé en lo que hacíais. Aunque no es mi intención unirme.

-Normand nos ha mucho –explicó Seph-. Si no fuese por él, no habríamos llegado tan lejos.

-¡Tonterías! –se quejó Normand.

-Hacía tiempo que no se sabía nada de ust... quiero decir, de ti. Hay mucha gente buscándote e incluso se rumorea que has estado reuniendo datos para crear un arma de destrucción masiva –explicó el líder de los Rebeldes.

-Así que un arma de destrucción masiva... Lo cierto es que hubo un tiempo en que tuve esa idea, pero no es algo fácil de hacer y acabé cansándome. Así que decidí darle otra oportunidad a la humanidad.

-¿Este hombre está bien? –murmuró Miruru, dirigiéndose a Drake.

-Tiene sus “pequeños delirios”, pero, tranquila, no es algo de lo que debas preocuparte.

-Cuando lo dices así, me preocupo.

-Pues, si lo que buscas es esperanza, tengo buenas noticias. ¿Por qué no os sentáis y os cuento todo? –ofreció Razer.

-¿Acabo de llegar y ya tienes algo que puede interesarme? Esto promete –respondió Normand.

-Cuanta más gente lo sepa, mejor.

 

Durante horas, el líder de los Rebeldes les estuvo contando todo lo relacionado con el proyecto Gaia, así como las decisiones que habían tomado la unión y la facción.

 

Mientras escuchaba, Normand se mostró preocupado y serio, con la mirada fijada en Razer mientras se mantenía de brazos cruzados. Cuando este último terminó de contar su historia, Normand decidió romper su silencio.

-Llevo muchos años diseñando armas para cada una de las tres potencias, y durante ese tiempo he tenido la oportunidad de observar muchos puntos de vista de muchas personas diferentes. Ambición, avaricia, honor, sufrimiento, superación, altruismo, egoísmo, miedo y un largo etcétera que requeriría tiempo recordar. Todo ello terminó por cambiarme y hacerme ver que mis acciones no eran correctas. Perdí la fe en el ser humano y tan sólo quedó un gran arrepentimiento. Por eso, incluso si me decís que la facción y la unión han optado por la paz, no puedo evitar preguntarme cuánto tiempo durará esa decisión.

 

>>Pese a todo, desde que dejé mi trabajo he viajado por muchos sitios, y puedo decir que sois las primeras personas en mucho tiempo que me habláis de algo tan soñado hoy en día como es la paz. Si vuestro camino es el correcto, entonces os ayudaré.

-Gracias –declaró Razer.

-Proyecto Gaia... descendientes... es difícil creer que algo así se esté cociendo en las sombras –admitió Drake, tras asimilar la historia de Razer.

-Así que vosotros también estabais metidos en esto –dijo Seph, dirigiéndose a Miruru y Kai.

-Tuvimos algunos problemas tras el torneo, cuando se enteraron de que habíamos entrado en la unión haciéndonos pasar por miembros de “Comhairle” –explicó Kai.

-Sí, pero si sólo hubiese sido eso estoy segura de que hubiésemos tenido más tiempo. Tardaron muy poco en ir a por nosotros y eso sólo pudo ser porque Quinque nos delató. –aclaró la semidiosa.

-Pero, ¿por qué sólo a nosotros? Si nos tenían rencor por haber desbaratado sus planes, ¿no sería lógico que hubiesen ido también a por Drake y Seph? –preguntó Kai.

-Se me ocurren varias razones: la primera, que fuésemos los únicos que habían mentido con respecto a sus identidades; la segunda, Quinque fue quien destruyó la Yohei Gakko del manejo del medio, ya que consideraban a los semidioses demasiado peligrosos para el plan y porque, al parecer, había quienes sabían demasiado sobre el proyecto; y la tercera, aunque es una suposición, Alder y Anna eran amigos, por lo que, si Quinque lo sabía, puede que intentase eliminarnos para evitar consecuencias en el futuro.

-En cualquier caso, tal y como ha contado Razer, eso ya no importa. Lo realmente importante es que consiguieseis escapar y ahora estéis aquí con nosotros –indicó Seph.

-Sí. Se lo debemos a Quattuor, Sarah, Kareth y Nara. Por cierto, ¿dónde están Kareth y Nara? –preguntó Miruru.

-Es verdad, no están aquí, ¿cuándo se han marchado? –añadió Kai.

 

Mientras tanto, en una habitación separada de la anterior, Nara y Kareth habían sido convocados por el miembro restante que acompañaba a Seph, Drake y Normand.

 

Era un individuo cubierto casi por completo por una gabardina color beis, lo que impedía ver su rostro e incluso saber si se trataba de un hombre o de una mujer.

 

Pese a que su aspecto les resultaba sospechoso, ambos accedieron a ir con él.

-¿Y bien? ¿De qué querías hablar? –preguntó Kareth.

-Necesitaba veros de cerca para asegurarme de que erais vosotros –respondió el individuo, con una voz, algo distorsionada, que penetró en los oídos de Kareth y Nara, provocándoles un fuerte sentimiento de nostalgia.

-Más os vale que a estas alturas ya seáis pareja. Me disteis muchos problemas por vuestras indecisiones.

-No puede ser. Esto no puede ser verdad. –dijo Nara, echándose las manos a la boca y moviendo la cabeza de un lado a otro mientras lágrimas brotaban de sus ojos.

 

Al mismo tiempo, Kareth estuvo a punto de caerse debido a la sorpresa, manteniendo el equilibrio en el último momento.

-¿Cómo? Tú... –intentó preguntar el chico, con la voz quebrada.

-Si os soy sincero, ni yo mismo sé los detalles. –explicó aquel individuo mientras apartaba la capucha que cubría la cabeza, dejando ver un rostro diferente al que Nara y Kareth recordaban, pero que seguía perteneciendo a una persona muy especial para ellos- Aquí estoy de nuevo, con vosotros, después de haberos buscado desde que volví a la vida.

-¡Remi! –exclamó Nara entre sollozos, lanzándose a abrazarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario