sábado, 18 de agosto de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 15

Al día siguiente, los combates se sucedieron sin que ocurriese nada relevante.

 

Los adversarios de Kai, Miruru y Seph no les presentaron problemas, hasta el punto en que el nigromante ni siquiera tuvo que hacer uso de Hel.

-Ya estoy aquí –dijo Miruru, sentándose junto al resto.

-Buen trabajo –le respondió su compañero.

-No es que haya dado mucha guerra. Lo único que hacía era hablar y provocarme. Como si pretendiese que yo atacase primero. Así que eso he hecho y, a la nada, ya estaba en el suelo –explicó mientras suspiraba y se encogía de hombros- Prefiero a ése que parecía un ninja. Al menos, molaba cómo vestía.

-En serio, déjalo estar –pidió Kai.

-Pero Miruru, tu poder es increíble –comentó Seph-. Ambos sois usuarios de Radiar, ¿verdad?

-Sí.

 

Al escuchar la respuesta de la semidiosa, Kai se fijó en la expresión melancólica que acababa de poner. Probablemente, todavía le seguía dando vueltas a la opinión que tenían los otros dos sobre el Radiar.

 

Entonces, se escucharon vítores entre la muchedumbre.

 

Acababa de finalizar otro combate en el que el luchador ciego había salido victorioso.

-Ese hombre también es bastante fuerte. Espero que no os topéis con él hasta la final –comentó Drake.

 

Sin esperar a que Marie anunciase el ganador, aquel hombre se marchó del área de combate, dejando paso al siguiente encuentro.

 

Siguiéndole con la mirada, a Kai le pareció ver cómo alguien iba detrás de él.

-¿Ocurre algo? –preguntó Miruru al notar la inquietud del chico.

-No, no es nada...

 

Así pues, la siguiente fase del torneo terminó y tanto Kai como Miruru se despidieron de Drake y Seph, tras lo que subieron las escaleras que llevaban al exterior.

-¿Estás bien? Te he notado un poco raro antes –dijo Miruru.

 

En ese instante, el chico puso un dedo sobre los labios de ella, haciendo que se detuviese.

-Parece que han empezado a moverse –indicó Kai.

-¿De qué hablas? –preguntó ella, confusa.

 

Sin decir nada más, Kai agarró su mano y echó a correr, escuchándose poco después pasos a sus espaldas.

 

“Vienen desde varios sitios. Así no puedo saber bien dónde están”, se quejó internamente el joven.

 

-Nos esconderemos en ese callejón –susurró el nigromante.

 

Girando por una esquina, llegaron a un estrecho pasadizo situado entre dos edificios, en cuyas paredes se apoyaron mientras vigilaban la calle por la que habían venido.

-Entonces lo que decía esa mujer era cierto –comentó Miruru, refiriéndose a las palabras de Anna del día anterior.

-Me temo que sí, y no creo que seamos los únicos a los que persiguen –respondió Kai, recordando a la persona que había visto seguir al luchador ciego.

 

De repente, una sombra aterrizó, apareciendo desde arriba, justo a su lado, lo que sorprendió a ambos, apenas dándoles tiempo a reaccionar, consiguiendo evitar su ataque por poco.

 

En respuesta, Kai intentó contraatacar, pero dicho intentó fue evadido fácilmente.

-¡Kai! –exclamó Miruru, quien esta vez tomó la iniciativa de agarrar la mano de su compañero y escapar de allí. Por poco tiempo, pues no tardaron en verse rodeados por cinco más.

-Dos contra cinco, ¿eh? ¿No os parece injusto? –preguntó la chica.

-Tenéis que venir con nosotros. Si no es por las buenas, será por las malas –dijo uno de ellos.

-No tienes que repetírmelo dos veces –contestó Kai, zanjando así la conversación.

 

Tras esto, analizó la situación en la que se encontraban. Debido a la oscuridad que había en ese momento, el sentido de la vista estaba bastante limitado, lo que podía ser un inconveniente, sobre todo para Miruru. Pese a ello, la soledad de las calles adyacentes les permitiría luchar sin tener en cuenta la seguridad de los demás.

 

Cortando su línea de pensamiento, dos de sus atacantes corrieron hacia él.

-¡Segundo espíritu: Faith! –exclamó, poco antes de que ambos quedasen petrificados, lo que aprovechó para golpearles fuertemente en la cabeza y dejarles sin conocimiento.

-¿Qué ha sido eso? –preguntó Miruru, mientras lograba esquivar, a duras penas, el ataque de otro.

-Faith petrifica a todo aquel que toca durante un tiempo. En combate, puede ser una gran ventaja –explicó rápidamente Kai.

-¡Qué guay!

-¡No te distraigas!

 

Justo en ese momento, fue atacada por la espalda. Sin embargo, el golpe fue desviado  utilizando la llave que le había enseñada Kai, noqueando a su oponente una vez en el suelo.

-¡Lo he hecho Kai! –exclamó, contenta.

 

Mientras tanto, Kai, falto de tiempo para poder elogiarla, se defendía como podía de las acometidas de los que quedaban.

 

Uno de ellos consiguió alcanzarlo, empujándolo unos pocos pasos hacia atrás y dejándolo a merced de otro, que lo sujetó de los hombros para inmovilizarlo.

-¡Mierda! ¡Si al menos pudiese ver claramente! –se quejó Kai, mientras recibía un par de golpes en el estómago.

 

Fue entonces cuando algo golpeó a los tres, dándole la oportunidad de liberarse.

-¡Lo siento, Kai! –exclamó Miruru.

 

El chico se levantó como mejor pudo, dirigiéndose hacia uno de los otros dos que también habían sido derribados y noqueándolo de una patada

-¡No importa! ¡Gracias por ayudarme! –respondió a la disculpa de su compañera.

 

Tras esto, tan sólo quedaba uno, encaró a él sin que ninguno de los dos se atreviese a mover un solo músculo. Segundos después, fue su oponente quien tomó la iniciativa, acometiendo de frente contra el nigromante y golpeándole fuertemente en la mejilla, de manera que éste cayó inconsciente.

-¡Kai! –se asustó Miruru, echando una mirada de ira a su enemigo- ¡Maldito! ¡Voy a enseñarte lo que pasa cuando me enfado!

 

Justo cuando se disponía a atacar, Kai apareció por la espalda, arremetiendo contra él y logrando que se golpease de frente contra el suelo.

-¡Cuarto espíritu: Lein! –dijo, mientras su cuerpo inconsciente desaparecía, desvelándose así como una de las ilusiones del espíritu.

 

Sorprendida, la semidiosa respiró aliviada.

-Me has asustado, ¿sabes? –se quejó.

-Lo siento –se disculpó él.

 

Entonces, sin tan siquiera dar muestras de mareo, Miruru se desplomó.

-¡Eh! ¡¿Qué es lo que...?! –intentó decir Kai, sintiendo al instante un fuerte dolor en el cuello, seguido de debilidad corporal e inconsciencia, quedándose todo oscuro a su alrededor.

 

-Kai. Kai, despierta.

 

Lo primero que notó fue una mano, o al menos eso parecía, dándole pequeños golpecitos en su hombro. Poco a poco, y con gran esfuerzo, abrió los ojos hasta distinguir el rostro de Seph.

-¿Seph? ¿Qué haces aquí? –preguntó con voz débil y algo más grave de lo normal.

-Pues diría que lo mismo que tú. Creo que hemos sido secuestrados o algo así –explicó la joven.

 

Levantando la mitad de su cuerpo con ayuda de ella, observó dónde estaba.

 

Ante él se encontraba una habitación vacía y de paredes totalmente blancas. No se apreciaban ventanas y la única vía de entrada o salida era un gran portón de hierro.

 

Una vez disipado el mareo, pudo ver que él y Seph no eran los únicos allí.

 

Al lado de la chica también estaban Drake y Miruru, y, más alejados, el luchador ciego y aquella chica que solía matar a sus oponentes al finalizar los combates.

 

Como detalle, cayó en la cuenta de que todos tenían las manos esposadas.

-¿A vosotros también os atacaron? –preguntó Kai.

-Sí. Aunque, al parecer, tan sólo me buscaban a mí –explicó Seph- Drake me protegió y entre los dos logramos vencerles, pero algo nos golpeó por la espalda y nos dejó inconscientes.

-Probablemente, el primer grupo era sólo una distracción. Sabían a lo que venían y que nos defenderíamos bien. Curiosamente, aquí sólo nos encontramos cinco de los dieciséis que quedábamos en el torneo, además de Drake, a quien buscaban secuestrar pero a quien prefirieron mantener encerrado por si las moscas –especuló Kai.

-Entonces...

-¿Recuerdas los rumores de los que nos hablaste? Nuestra contratante nos avisó de que tuviésemos cuidado, pero no esperaba que enviaran un primer grupo de distracción. He sido descuidado –continuó Kai- Es curioso que ella también dijese que los de su mismo estatus eran más fiables que los civiles normales.

-Lo creas o no, esa mujer tiene razón.

 

Al escuchar aquella voz, todos giraron la cabeza hacia el foco, cayendo en la cuenta de que se trataba de la otra chica, sentada al lado del luchador ciego.

-Gente como nosotros actúa por su cuenta, pero tenemos nuestro propio honor.

-¿Y tú eres? –preguntó Miruru.

-Runya. Eses es mi nombre.

-¿Quieres decir que esto es obra de alguien ajeno al torneo?

-No me refiero a eso, pero no negaría la posibilidad de que hubiesen sido “convencidos”.

-En cualquier caso, sea quien sea el que nos haya traído hasta aquí, deberíamos buscar alguna forma de escapar –propuso Kai.

-En eso coincido contigo. Comenzaremos por quitarnos estas ridículas esposas -dijo Runya mientras realizaba un ligero movimiento con sus dedos y rompía el objeto metálico.

-Mucho mejor. –continuó, crujiéndose las muñecas-. Por cierto, antes de nada, me gustaría saber vuestros nombres completos, no considero justo que haya dado el mío y todavía no os conozca.

-¿Nombre completo? –preguntó Seph, extrañada.

-Entiendo, así que vienes de Yohei Gakko –dijo Kai.

-Eso forma parte del pasado –contestó Runya, quien hizo un gesto con las manos en señal de que procedieran a decirle sus nombres.

-Yo me llamo Kai y ella es Miruru –señaló el nigromante-. Esos son nuestros nombres.

-¿Y vosotros dos? –preguntó Runya, refiriéndose a Seph y Drake.

-Mi nombre es Sephiria Cromwell y el es...

-Drake Edan, para servirla señorita –el chico se acercó y besó su mano-. Ahora que la veo de cerca me doy cuenta de que es una preciosidad, estoy seguro de que...

 

Un pie acabó en la cara de Drake provocando que su cabeza se golpease contra el suelo.

-¡Huh! –enfadada, Seph desvió la mirada hacia el lado opuesto.

 

En respuesta, la única reacción que mostró Runya fue absoluta indiferencia.

-Sólo quedas tú –continuó, girándose hacia el luchador ciego, quien no había movido ni un solo músculo desde que estaban ahí, y que siguió en silencio ante la pregunta de la chica.

-No eres muy hablador, ¿eh?

-Valer –contestó secamente.

-Bien. Ahora que todos nos hemos presentado... –mientras hablaba, Runya se levantó, dejando caer al suelo lo que quedaba e las esposas.

 

Al observarlas más detenidamente, Miruru se dio cuenta de que habían sido cortadas limpiamente, lo que le extrañó.

-¿Tú también eres una semidiosa? –preguntó.

-¿Y qué si lo soy? Eso no me convierte en amiga tuya –respondió Runya, de forma desagradable, tras lo que se dirigió al portón de hierro y comenzó a examinarlo

-Tienes razón –susurró Miruru-. Yo no sería capaz de matar como lo haces tú.

 

Mientras tanto, Kai observó a ambas, acariciando sus muñecas para disipar el escozor dejado por las esposas, y dejando escapar un suspiro.

 

-¿Qué es todo eso de Yohei Gakko? –preguntó Seph, confusa.

-Es una larga historia, pero para hacerte un ligero resumen, podrías considerarla una gran fuente de poder dependiente del Radiar –dijo Kai, lo que no ayudó mucho a resolver sus dudas- Por cierto, ¿está bien? –preguntó, señalando a Drake, quien seguía en el suelo.

-¿Esto? Sí, no merece la pena que te preocupes por él –respondió Seph con una sonrisa irónica, por lo que Kai decidió no tocar más el tema.

 

Por otro lado, se acercó a su compañera, que parecía decaída desde su pequeña conversación con Runya.

-¿Qué ocurre? –preguntó.

-Hacía tiempo que no veía a alguien como yo y... me siento decepcionada por ser alguien como ella.

-Entiendo lo que quieres decir, pero, como ya te dije antes, cada persona es como es. No es algo fácil de cambiar. Además, ahora nuestro principal problema es saber cómo salir de aquí.

 

Levantándose también de su sitio, el nigromante fue donde se encontraba Runya.

-Llevas varios minutos mirando el portón, ¿necesitas ayuda?

-Kai, ¿verdad? Tan sólo estaba intentando entender su estructura.

-Ajá. ¿Y? ¿Algo interesante?

-Pues, por lo que he podido ver, no será tan fácil romperlo como las esposas. Probablemente sea más sencillo romper la pared. Puede que haya alguna zona más frágil.

-Ya veo.

 

Habiendo escuchado su propuesta, el joven informó sobre ella al resto, dividiéndose y buscando algún indicio que les permitiese saber que parte era la más adecuada para romper. El único que no se unió a la búsqueda fue Valer, quien permaneció sentado en el mismo sitio.

-¿Qué le pasa a ese tipo? Podría echar una mano –se quejó Drake, quien todavía tenía la marca del calzado de Seph en la cara.

-Olvídalo, Drake. Nosotros a lo nuestro –le ordenó su pareja, todavía con un tono de voz que mostraba enfado hacia él.

 

Tras un buen rato buscando., el grupo desistió.

-Es inútil, no existe ninguna zona con aspecto de que vaya a ceder –dijo Seph.

-Tenemos que seguir buscando, no podemos rendirnos ahora –les animó Kai.

-¿No podríamos usar nuestro poder? –preguntó Miruru dirigiendo la mirada hacia Runya-. Estoy segura de que podrías destruir esa puerta con un poco de esfuerzo.

-Si quieres hacerlo adelante, considero mejor buscar el camino fácil.

-¡¿Fácil?! ¡¿Llamas fácil a pasarse horas buscando algo que no existe?!

-¡Entonces, ¿por qué no intentas tú misma destruir la puerta?! ¡A ver si de verdad es tan fácil!

-¡Por supuesto que lo haré! ¡Porque me preocupa la vida de los demás! ¡No soy tan egoísta y cómoda como para hacerlo todo de otra manera sólo porque requiere un poco de esfuerzo! ¡Además, no me fío de ti!

-Ja ja –Runya rió con sarcasmo- ¡Así que ése es el verdadero problema, ¿verdad?! ¡No te gusta mi forma de vida y por eso desconfías de mí, ¿no?!

-¡¿Quién podría confiar en una asesina?! –gritó con fuerza Miruru.

-Eh, Miruru –intentó calmarla Kai.

 

Sin embargo, el sonido de la pared destruyéndose acabó con la discusión, haciendo que todos se girasen y alzasen la guardia.

-Si habéis terminado de discutir, podemos salir de aquí –dijo Valer, quien se encontraba delante de un gran boquete que acababa de hacer.

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