sábado, 28 de julio de 2012

The demigoddess and the necromancer: Capítulo 13



-¿Correr hasta allí? –preguntó Seph.
-¿Quieres decir con sus propias piernas? –se extrañó Drake.

Apenas escuchándoles, el nigromante observó tanto a la juez como al cadáver atravesado por su brazo, quien había resulta ser el hombre que le había pisado la cola a Miruru.

Ignorando miradas y comentarios, Marie apartó el brazo, dejando ver un agujero del diámetro de éste en el pecho de la víctima y dejándola caer al suelo.

Tras esto, intentó limpiar la sangre pero, por su expresión de desagrado, se dedujo que no había tenido mucho éxito.
-Mira que te avisé –dijo mientras volvía al área de combate, paseándose tranquilamente por un corrillo hecho por los que se apartaban a su paso.

Entonces, de nuevo en el centro, continuó con la presentación.
-¡Muy bien! ¡Antes de nada, os pido que no os preocupéis por el cadáver! ¡Se recogerá enseguida! ¡Palabra! ¡Así pues, procederé a nombrar a los primeros contrincantes!
-Esa juez... es realmente fuerte –comentó Seph.
-Lo que acaba de hacer le ha servido para hacerse respetar. A partir de ahora, ninguno se atreverá a armar escándalo. Puede que ese hombre ni siquiera haya incumplido las reglas y sólo haya sido usado como cabeza de turco –explicó Kai
-Pero eso es cruel –se quejó Miruru.
-Estamos en un mundo sin reglas. El que lo consideres cruel o no, no les importa.

Durante el primer enfrentamiento, Kai se dedicó a observar los movimientos de ambos luchadores.

Uno de ellos era el hombre ciego del que le había hablado Marie, quien se mostraba sereno en combate, manteniendo una expresión fría e imperturbable.

A simple vista, no llevaba ningún arma consigo. Todo lo contrario que su adversario, quien acababa de sacar una cimitarra y la empuñaba frente a él, amenazante.

Años atrás, habían existido diferencias entre el uso de armas blancas y armas de fuego, dado que las segundas daban una mayor ventaja en combate tanto en potencia como en distancia. Sin embargo, eso había cambiado.

En la actualidad, cualquier arma podía ser letal dependiendo de la mano que la empuñase.

Pese a no darse ninguna señal de comienzo, ambos adversarios comenzaron el combate. El uno frente al otro, sin moverse ni un centímetro, pero con tal tensión en el ambiente, que daba a entender que, en cualquier momento, uno de ellos podía acabar con el otro.

Finalmente, el joven de la cimitarra tomó la iniciativa, desplazándose por el lateral y, de forma sigilosa, con la guardia alzada y su arma preparada; intentando provocar a su adversario para que fuese el primero en atacar.

Por su parte, Kai frunció el entrecejo. El hombre de la cimitarra estaba siendo muy ingenuo. Cualquiera con dos dedos de frente podía predecir que buscaba el contraataque y, por lo que pudo ver, el hombre ciego no cayó en la trampa, pues permaneció inmóvil en la misma posición con la que había empezado.
-¿Huh? ¿Acaso no sabe que está pelando? –preguntó Miruru, quien había acabado de comer y se acariciaba el vientre, satisfecha. El reciente asesinato no parecía haberle quitado el apetito.
-Claro que lo sabe –contestó Drake-. Está concentrado. No va a caer en su truco y esperará a que sea su enemigo quien ataque. A eso le llamo yo unos nervios de acero.
-Así que los dos están buscando el contraataque. Esto puede hacerse muuy largo –bostezó Seph.

Mientras tanto, el de la cimitarra continuó con su provocación, utilizando el movimiento ágil de sus piernas y el ruido de su arma para atraer la atención de su contrincante, quien, si no fuese porque respiraba, habría sido dado por muerto, pese a estar en pie.

Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado para algunos de los espectadores.

Tras dibujar una circunferencia en el aire con sus manos, el hombre ciego llevó una de ellas a su costado, situando, al mismo tiempo, una pierna delante y otra detrás, dejando caer sobre la primera la mayor parte de su peso y formando una L con ambas.

Al ver ese movimiento, su adversario se preparó para esquivarle y devolverle el golpe, pero lo que no esperaban era que su ataque fuese dirigido al suelo, al que el hombre ciego golpeó con la palma de la mano que se había llevado al costado, de manera que, un segundo después, el hombre de la cimitarra despegó de la superficie, recibiendo un impacto invisible desde abajo.

Entonces, mientras el enemigo intentaba recuperarse en el aire, llevó la otra mano al costado y golpeó el espacio que le separaba de su contrincante, quien se vio empujado por una gran fuerza hasta salir despedido por encima de las cabezas del resto de participantes, chocando contra la pared de la sala y quedando inconsciente.

-Admito que no me lo esperaba –señaló Drake, viendo cómo el perdedor era sacado de allí.
-¿Qué ha sido eso? ¿Le ha golpeado con aire? –preguntó Miruru, confusa.
-Probablemente, ese hombre sea un usuario de Radiar que ha desarrollado su fuerza hasta ser capaz de crear ondas de choque con el movimiento de sus brazos –aclaró Kai.
-¿Significa eso que para lograrlo, ha tenido que sacrificar otras cualidades como la velocidad de sus piernas? –añadió Miruru.
-Al centrar el uso del poder del Radiar en una característica concreta, es posible que otras se hayan visto reducidas, aun así, si ha conseguido entrenarla hasta un nivel muy alto, podrá suplir esa falta.

Una vez terminado el combate y habiéndose declarado el ganador, Marie anunció el siguiente enfrentamiento.
-¡Y los siguientes en luchar son: Kai y Drake! ¡Que disfrutéis del combate!
-Vaya –dijo Kai, girando la cabeza hacia su adversario.
-Esto debe de ser el destino. Una oportunidad de vengarte por haber intentado robarte a la chica –dijo Drake.
-¡No somos pareja! –exclamaron ambos.
-¡¿Entonces en tu corazón todavía hay hueco para mí, rubita?! ¡No sabes lo feliz que me hace oír eso! ¡Una vez la victoria caiga en mis manos, los dos podremos sumirnos en un viaje lleno de amor y pasión!
-Este tío es un idiota, ¿no? –indicó Miruru.

De repente, un escalofrío recorrió el cuerpo de Drake, quien acababa de sentir la mirada asesina de Seph detrás de su nuca. Despacio, se dio la vuelta, dibujando una sonrisa en su rostro en la que se reflejaba el terror.
-¡E-era broma! ¡Te lo aseguro!
-¡Como no vayas hacia allí ahora mismo te mando yo de una patada! –exclamó la joven, señalando el área de combate.
-¡Sí, señora! –respondió Drake, corriendo como alma que lleva el diablo.
-Jajaja –rió Miruru, con una sonrisa irónica.
-¡De verdad que no sé qué hacer con él! –dijo Seph llevándose una mano a la frente.
-En fin, supongo que me toca –dijo, por su parte, Kai.
-Buena suerte –le deseó Miruru.
-¡Ah! ¡Una cosa! ¡Dile a ese idiota que ni se le ocurra perder! –le pidió Seph.
-T-tranquila, lo haré.

Una vez estuvieron el uno frente al otro, Drake se acercó a Kai y le tendió su mano.
-Espero que sea un gran combate.
-Lo mismo digo –respondió Kai, estrechándola.

Tras esto, se alejaron un poco y se prepararon para el inicio del combate, momento en el que Drake cogió dos esferas de color blanco de su cintura y las lanzó hacia Kai, estallando poco antes de llegar hasta él y generando una densa capa de humo.
-¡Cough! ¡Cough! ¡¿Bombas de humo?! –se quejó el nigromante, intentando escapar, cuando otras dos esferas, esta vez de un rojo intenso, aparecieron frente a él- ¡Primer espíritu: Kagami!

Poco después de terminar su invocación, ambos objetos explotaron, logrando que el joven saliese despedido hasta aterrizar en el lado contrario. Por suerte, no había recibido ningún daño.
-¡Eres bueno! –exclamó Drake, a la vez que el humo desaparecía poco a poco.
-¡¿Qu-qué llevas puesto?! –preguntó Kai, levantándose del suelo.
-¡Ah, esto! Me permiten ver mejor a través del humo –respondió su adversario, señalando unas gafas especiales que descansaban sobre su nariz.

“Suerte que tenía a Kagami, si no, el combate habría acabado”, pensó Kai. Justo entonces, al chico se le ocurrió una idea.
-Je, ya sé cómo vencerte –dijo con una sonrisa frente a la expresión de desconcierto de su contrincante- ¡Tercer espíritu: Etheria!

Sin embargo, su confianza se esfumó cuando se dio cuenta de que su invocación no había tenido efecto, lo que dio lugar a una situación tensa en la que ambos adversarios permanecieron quietos y en silencio, mirándose el uno al otro, hasta que Kai lo rompió.
-No puede ser.
-¿Te importa si continuamos con el combate? –preguntó Drake, cogiendo varias bolas rojas y lanzándoselas.
-¡Maldita sea! –se quejó Kai, esquivándolas mientras explotaban una detrás de otra.

-¿Mmm? ¿Qué le ocurre a Kai? –preguntó Miruru, quien, junto a Seph, observaba el combate desde el área de descanso.
-¿Por qué lo dices? –se extrañó Seph.
-Normalmente ya habría contraatacado, pero lo único que hace es huir.

“¡¿Por qué ahora?!”. Debido a que el contrato con las invocaciones era un acuerdo entre dos partes, éstas podían disponer condiciones, pudiendo negarse a ser invocadas en ciertas situaciones, ya fuese por estar en desacuerdo con las decisiones del invocador o simplemente por querer descansar. Normalmente, el invocador era conocedor de esas condiciones, pero debido a todo el ajetreo de los últimos días, Kai había olvidado revisarlas.

Así pues, continuó no tuvo más remedio que seguir corriendo para evitar los explosivos, sin darse cuenta de que a sus pies habían otros.

La detonación le hizo volar por los aires, logrando aterrizar con las manos en el suelo, no sin recibir heridas por todo el cuerpo.
-¡¿Qué ha sido eso?! –preguntó, confuso, mientras se agarraba el hombro con la otra mano, debido al dolor.
-Antes, aproveché la cortina de humo para esconder algunos explosivos bajo la superficie. Las otras bombas sólo eran una distracción. Lo que realmente quería era atraerte hasta allí.
-¡Agh! –se quejó el nigromante.

Al observar más detenidamente el terreno, se dio cuenta de que el propio Drake estaba rodeado por numerosos explosivos en tierra, formando una defensa a su alrededor.

-¡Guau! ¡Eso ha sido increíble! –exclamó Miruru, emocionada.
-Cuando se trata de explosivos Drake es el mejor. Lleva un arsenal enorme, y suele ser un buen estratega.
-¿A vosotros...? –empezó a decir Miruru, desviando la vista al no saber si continuar o no, lo que extrañó a Seph- Quiero decir, ¿os inyectasteis el Radiar?
-¿Eh? Ah... –la expresión de la otra chica se volvió triste al escuchar su pregunta.
-¡Ah! ¡Lo siento! Sabía que podía ser un tema delicado.
-No, tranquila. Verás, es que tanto Drake como yo, no tenemos buenos recuerdos con el Radiar.

“Tengo que comprobar si sólo es Etheria o los demás también se niegan a ser invocados”, pensó Kai mientras cerraba los ojos unos instantes.

Cuando volvió a abrirlos, su expresión no fue muy esperanzadora.
“Sólo dos o tres”, suspiró, “Menudo momento han elegido.”
-¡No te distraigas! –exclamó Drake, lanzando otra serie de explosivos sobre él.
-¡Octavo espíritu: Sázam! –invocó Kai, aumentando su velocidad a la hora de esquivarlos.
-¡Mierda! ¡¿De dónde ha sacado esa velocidad?!

“Kagami, May y Sázam. Protección, purificación y velocidad. May no va a serme de ayuda en este momento por lo que sólo me servirán Sázam y Kagami. No me gustaría tener que usar a Hel en el primer combate”, continuó cavilando mientras echaba un vistazo al terreno, “A su alrededor está todo cubierto de explosivos. Aunque intente pasar con Kagami a través de ellas, la protección y el tiempo puede que no sean suficientes, además, la onda expansiva evitaría moverme como quisiera y él aprovecharía para contraatacar. Por otro lado, aun con la velocidad de Sázam, sería imposible no pisar alguna de ellas, y nada me asegura que no las detone antes de tiempo.
¿Entonces qué? ¿Las salto? No, si lo intentara estaría desprotegido y podría atacarme fácilmente. Además, ¿sería capaz de saltarlas todas?”

Mientras tanto, más explosivos volaron hacia él. Pese a que consiguió esquivarlas con apenas dificultad, éstas no explotaron sino que comenzaron a rodar en su dirección.
-¡Oh, no! ¡¿Pero cuántos tipos de explosivos tiene este tío?!

Ante la nueva amenaza, lo único a lo que pudo recurrir fue correr, perseguido.
-Una vez fijan un objetivo, ruedan tras él hasta que lo alcanzan, y entonces, ¡boom! –explicó Drake.

Utilizando su velocidad, consiguió alejarse de ellas, pero, de nuevo, volvieron a acorralarle contra las que habían sido enterradas.
“¡¿Y ahora qué?!”, pensó mientras veía cómo las esferas rodantes se acercaban cada vez más y más.
“¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa!”

Entonces, se dio cuenta de algo, lanzándose de repente contra los explosivos que le perseguían, que explotaron nada más contactar con él.
-¡¿Pero qué hace?! –gritó Drake, quien, debido a la sorpresa y al punto ciego generado por la detonación, no logró detectar a tiempo la presencia de una figura volando en su dirección.

En ese momento, Kai había atravesado su escudo de explosivos, golpeándole en la mejilla al aterrizar y cayendo ambos al suelo.
-Ah... ah... –jadeó Kai, debido al cansancio.
-¿Cómo lo has hecho? –preguntó Drake.
-Imaginaba que no te esperarías lanzarme contra esas cosas, así que aproveché la onda expansiva de la explosión para atravesar a mayor velocidad tu escudo y evitar que reaccionases.
-¿Aprovechaste la onda expansiva?
-Si lo hubiese hecho estando quieto no hubiese servido de nada, pero al ir de frente hacia los explosivos, a toda la velocidad que me fuese posible, la fuerza contraria haría que saliese disparado en tu dirección. Arriesgado, pero ha salido bien.
-¿Y cómo has conseguido salir ileso?
-Digamos que, justo antes de salir volando, utilicé cierto truco para protegerme de cualquier daño.
-Eso suena bastante conveniente –replicó Drake, poniéndose en pie a la vez que Kai.
-Es posible.
-No ha estado mal. Sabía que podías intentar venir por arriba, pero no esperaba que de esa manera. La sorpresa ha jugado en mi contra.
-A esta distancia ni sueñes en utilizar una de esas bombas.
-Tranquilo, a esta distancia, un paso en falso y yo también estallaría.
-¿Y bien? ¿Qué se te ocurre?
-¿Una pelea a puñetazos? –propuso Drake, devolviéndole el golpe, seguido de un rodillazo dirigido al estómago.

En respuesta, el nigromante, quien logró reponerse rápidamente, desvió un tercer golpe, contraatacando con un puñetazo al pecho y una patada al tobillo, con lo que logró derribar a su adversario.

Dispuesto a terminar el combate, lanzó un derechazo hacia Drake, pero éste consiguió librarse empujándole con las dos piernas.
-¡No te pienses que soy malo peleando cuerpo a cuerpo! –le desafió Drake, tras ponerse en pie.
-¡Octavo espíritu: Sázam!

Entonces, en un visto y no visto, un golpe en el cuello dejó inconsciente a Drake, dando por finalizado el combate.
-Lo siento. Puede que tú no puedas utilizar tus explosivos, pero eso no significa que yo no pueda invocar a mis espíritus. O al menos a algunos de ellos –declaró Kai.

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