jueves, 26 de enero de 2012

War College: Capítulo 5

La prueba había terminado. Los participantes continuaron llegando uno tras otro a la meta y tomaron la misma posición desde la que habían partido.

Poco después, aparecieron frente a ellos el director y el mandamás de Comhairle.
-Buen trabajo a todos. Dentro de poco saldrán los resultados. Tened en cuenta, aquellos que no hayáis conseguido una llave, que vuestras habilidades serán valoradas mediante las cámaras que os han grabado durante todo el evento, dándoos la posibilidad de aprobar. Asimismo, aunque rara vez ha sucedido, aquellos que hayáis conseguido llaves podréis ser degradados si las grabaciones demuestran que las conseguisteis de maneras poco adecuadas o sin demostrar ninguna capacidad –advirtió el director.
Se produjo un murmullo entre los estudiantes. Algunos mostrándose molestos.
-Descansad un rato hasta entonces.

-Parece que incluso habiendo conseguido las llaves podríamos ser eliminados -comentó Remi, sentado en el suelo de la plataforma desde la que habían comenzado la prueba.
-Hombre, yo creo que lo hemos hecho bastante bien, ¿no? Tengo confianza en mis habilidades –declaró Kareth.
-Yo también. Pero, ya sabes, seguramente hayan grabado lo ocurrido en aquella clase. Dejarse atrapar de manera tan simple podría suponer el suspenso.
-No le des más vueltas. Al final, hemos dado con la solución. Y por nuestros propios medios. Además, hemos demostrado que, pese quedar atrapados, podemos apañárnoslas para escapar.
-Mm… Supongo que tienes razón.

No pasó mucho tiempo hasta que llegaron los instructores de su sector, acompañados del director, el mandamás de Comhairle y sus guardaespaldas. Kareth pudo ver a Sarah situada a su derecha.
-Muy bien -quien se disponía a dar los resultados era el mandamás-. Los aprobados han sido treinta y cinco personas.
“Menos de cuarenta. Eso significa que ha habido bajas entre aquellos que han conseguido llaves”, pensó Kareth, observando al director. “Menos mal que era algo inusual”, el chico sonrió irónicamente.

-Los nombres de los aprobados son los siguientes…
Conforme fueron nombrando a los alumnos, estos dieron saltos de alegría, mostraron signos de alivio, o levantaron el brazo en señal de victoria. Kareth y Remi todavía seguían expectantes, ya que todavía no habían dicho sus nombres.
-Mierda, ¿a que al final suspendemos?
-¡Remi! ¡No seas gafe que te la ganas! –exclamó Kareth.
-…nº 63 Merkah, nº 14 Lana, nº 19 Kareth, nº 32 Remiem…
-¡Sí! -exclamaron Kareth y Remi.
Al escuchar sus gritos, los alumnos más cercanos se giraron hacia ellos.
-Ah, lo siento -se disculpó Kareth, agachando ligeramente la cabeza.
-…nº 70 Weird, nº 44 Tara…
-¡Oh! Parece que ellos dos también lo han conseguido. Puede que su capacidad para el espionaje también haya sido tenida en cuenta –comentó Remi
-Tampoco sabemos lo que han hecho antes de seguirnos. Pero bueno, de Tara no me extraña. Es bastante buena -sentenció Kareth.

Una vez se hubo terminado de leer la lista, se pudo observar el contraste de la alegría de aquellos que habían aprobado con la pena y frustración de los que habían suspendido.
-Enhorabuena a los aprobados. A partir de mañana se os podrá empezarán a encomendar misiones, pero esta noche, espero que disfrutéis de la fiesta de graduación. Espero veros por allí –dijo el director.

Así pues, llegó la noche. Kareth, Remi y otros muchos estudiantes, se encontraban en el recinto en el que se celebraba la fiesta de graduación, que no era otro que el establecimiento donde trabajaba Nara. Los dos jóvenes se hallaban sentados junto a una de las mesas, al fondo. En ese momento, un chico se acercó y se sentó junto a ellos.
-Y aquí está el tío de la garra -se mofó Remi.
-Vamos, vamos, no estaréis cabreados, ¿verdad? –dijo Weird.
-No exactamente... –Remi lo miró fijamente.
-¡¿Qué quieres decir con eso?!
-Tranquilo, Weird. No estamos enfadados. En la guerra todo vale, y vuestra estrategia fue bastante ingeniosa. No conseguimos darnos cuenta de que nos seguíais.
-Ahora no te pongas a halagarlo –se quejó Remi.
-A estas alturas, no es como que importe mucho. Al fin y al cabo, todos hemos superado la prueba –dijo Kareth.
-Supongo que tienes razón –contestó Remi.
-Por cierto, ¿dónde está Tara? -preguntó Kareth.
-Pues no lo sé. No es que seamos demasiado cercanos. Se unió a mí porque estaba interesada en enfrentarse a ti.
-Ya veo -entonces Kareth observó a una chica alejada de la multitud, cruzada de brazos y apoyada en la pared de la cafetería. En sus manos, sostenía un vaso lleno de algún tipo de refresco-. Si me disculpáis -Kareth se levantó de su asiento.
-¿Vas al baño? -preguntó Remi.
-No, me apetece hablar con viejos rivales.

Tras esto, se dirigió hacia donde se encontraba aquella chica.
-¿Qué hay, Tara? –preguntó, alzando la mano en señal de saludo.
-Ah, eres tú -parecía un poco molesta.
-Cualquiera diría que no estás disfrutando mucho de la fiesta, pese a haber conseguido pasar la prueba.
-Mm, ¿a ti qué te importa?
-¿Es porque te he vencido?
La chica desvió la mirada. Claramente, era por eso.
-Era obvio que no lo conseguirías –al escucharle, la chica lo miró con ira contenida-. Está bastante claro que yo soy más fuerte. Rapidez, destreza... te gano en todo. Era imposible que me vencieses.
-¡¿Pero quien te has creído que eres?! –saltó de repente Tara- ¡Prepárate! ¡La próxima que nos veamos te derrotaré y te cerraré la bocaza!
Poniéndose roja, Tara se marchó. Mientras tanto, Kareth la estuvo observando hasta perderla de vista.
-Lo estaré esperando. Siempre es un placer pelear contra ti –murmuró.

Cuando se disponía a volver con Remi, se encontró con otra persona conocida.
-K-Kar.
-¡Oh! ¡N-Nara! Eres tú.
En ese momento, no estaba trabajando, ya que se había tomado el día libre, por lo que, en lugar del uniforme de camarera que solía llevar, iba vestida mucho más formal para la ocasión.
-Te queda bastante bien -sonrió el chico.
-G-gracias -ella se ruborizó.
-¿Te invito a algo? -preguntó Kareth.
-¿Eh? ¿Qué?
El chico suspiró. Conocía a Nara desde hacía el mismo tiempo que Remi. Siempre había sido una chica un poco tímida y torpe. Aunque, sobre todo, delante de él.
-Vamos, ven –dijo el chico mientras le pedía que se acercase con un gesto de la mano.

Tras comprar un par de bebidas, ambos salieron a un pequeño patio que había en la parte de atrás. Era una de las cosas que el chico apreciaba de esa cafetería, y es que había de todo.

Así pues, se sentaron alrededor de una pequeña mesa. Desde ahí, las estrellas podían verse bastante bien.
-¡Uah! –se sorprendió la chica al observar el cielo.
-Increíble, ¿eh? –dijo Kareth.
-No recuerdo haber visto un cielo así en Yohei Gakko.
-¿Y antes de venir aquí?
-Mm… lo cierto es que recuerdo muy poco de lo que ocurrió antes de que me mudara con mi tío –comentó, pensativa-. Pero sí. Tengo uno de cuando vivía con mis padres. Y es el más preciado de todos los que tengo con ellos.

Una noche, después de cenar, mi madre dijo que tenía que enseñarme algo. Cogida de su mano, subimos las escaleras hasta llegar a una pequeña trampilla que llevaba a la terraza. Un pequeño rincón construido por mi padre. No era gran cosa, pero lo recuerdo como un lugar que me relajaba mucho

Aquel día, el cielo era como el de esta noche. Algo de ensueño. Sentada sobre sus piernas, mi madre me enseñó cada una de las constelaciones. Luego, mi padre se unió a nosotras, y empezó a contarnos maravillosas historias de lejanos planetas y estrellas perdidas. Aquello me encantaba. Creía en esas historias, e imaginaba que estaba en cada una mientras observaba el cielo. Jamás podré olvidar ese día… -de repente, su voz se quebró.
-Fue entonces cuando ocurrió todo, ¿verdad? –preguntó Kareth.
Ella asintió.
-El recuerdo más feliz con mis padres. Y también el más triste –dijo Nara, continuando con su historia-. Me había quedado dormida sobre el regazo de mi madre cuando me despertó el ruido de una explosión.

Abrí los ojos y pude ver el rostro de ella, aterrorizada. Sentí como me abrazaba con fuerza. Entonces, mi padre le hizo un gesto que no llegué a entender en ese momento: quería que mi madre y yo huyésemos, dejándole atrás. Ella se negó.

No recuerdo exactamente que pasó después. Lo siguiente que me viene a la cabeza es haber dejado mi casa junto a mi madre. Mi hogar estaba en llamas, y ella lloraba. Probablemente, mi padre había muerto entre las llamas.

Miré al cielo. Ya no estaba estrellado, sino que había sido totalmente cubierto por el humo de muchas casas ardiendo, un humo que llevaba consigo gritos de muerte y miseria, formando nubes negras a través de las que pude ver aviones de combate y hombres a los que les habían inyectado Radiar. Tantísimas personas pelando entre sí.

Los civiles no importaban. Sólo su ambición por conseguir el elemento que les haría más poderosos.

Mientras corríamos, se produjo otra explosión muy cerca de nosotras. Las dos salimos despedidas por los aires, pero ella me protegió. Me abrazó y cubrió con su cuerpo, golpeándose fuertemente su espalda contra una pared y casi perdiendo la consciencia. Yo la llamaba desesperadamente, pero estaba como desorientada, y daba la sensación de que apenas me oía.

Entonces, me miró fijamente a los ojos, puso su mano sobre mi mejilla y me dijo, casi susurrando, que debía sobrevivir, que escapase de allí yo sola.

Grité. Quería quedarme junto a ella. No quería abandonarla, por mucho que me insistiese en que no lo hiciese.

Poco después, apareció mi tío. Al principió, intentó reanimarla, pero se dio cuenta de que una tropa de soldados se acercaba a nosotros, por lo que, sin muchas más opciones, intentó cargar con ella. Sin embargo, mi madre se negó. Pese a que mi tío la regañó, ella siguió insistiendo en que la dejase atrás. Y cuando él se disponía a desobedecerla, dijo algo que le hizo callar.

Cuando quise darme cuenta, mi tío me había cogido en brazos y se alejaba rápidamente de ella. Llorando, alargué la mano hacia mi madre, mientras aquel grupo de soldados la rodeaba, sin dejarme volver a verla....

Kareth escuchó su historia atentamente. Era increíble que la guerra hubiese durado tantísimo tiempo.

Destruyó y seguía destruyendo muchos hogares, pequeños pueblos y todo lo que se ponía por medio. Debido a ello, muchas personas intentaban buscar lugares seguros donde empezar de nuevo, generalmente en los que los recursos todavía no se hubiesen utilizado para la batalla y pudiesen aprovecharse. Algunos afortunados conseguían encontrar refugio en Yohei Gakko, pero otros con menos suerte, acababan siendo capturados por uno de los bandos que luchaban en la guerra, probablemente siendo utilizados para trabajos forzados en pos de su causa, o como experimentos con el Radiar.

Actualmente, había tres bandos, también llamados las tres potencias mundiales: la Unión Imber, que ocupaba las tierras del norte. Era el más discreto y estratégico de los tres bandos aunque con el poder militar más bajo. Presentaba batalla en momentos puntuales y basaba la mayor parte de su fuerza en defenderse de asedios y robar el Radiar a los otros bandos. Probablemente el espionaje también era uno de sus puntos fuertes.

Las tierras del oeste estaban ocupadas por la Facción Nix, cuyo poder militar era impresionante, basado en  maquinaria pesada y tecnología avanzada. Probablemente, su tecnología militar era similar a la de Yohei Gakko del manejo de las armas, sin embargo, necesitaban una gran cantidad de recursos, teniendo que recurrir a sus propios inventos para lograrlos, tras haber gastado gran parte de los más accesibles en su territorio.

Por último, el Imperio Salve, que dominaba el este y el sur. El bando que, por el momento, llevaba la ventaja, ya que poseía una gran cantidad de Radiar, y mayor numero de personas que incluir en las filas de su ejército. Aparte de estos tres bandos, estaba Comhairle, en el que se encontraba él…

-¿Kareth? ¿Estás bien? -preguntó Nara, algo preocupada al verlo tan callado.
-¿Eh? S-sí, sólo estaba algo distraído ¿Cómo estás tú? Quiero decir. Recordar todo eso debe de haber sido duro –indicó.
Ella sonrió.
-No te preocupes. Ocurrió hace ya mucho tiempo.

Su reacción despertó en el joven un sentimiento de tristeza que se hizo visible en su expresión.
-Ahora vivo con vosotros. Con Remi y contigo. Y tengo a mi tío, quien ha cuidado siempre de mí.
-Nara…
-¿Eh? –se extrañó la chica al escuchar la voz ligeramente apagada de su amigo.
-Te prometo que acabaré con esta guerra y crearé un nuevo futuro. Un nuevo mundo –expresó con decisión- Te lo prometo.

Se hizo el silencio. Momento en el que Nara cerró los ojos y asintió, poniendo sus manos junto a las de él.
-Confío en ti –dijo sonriente-. Estoy segura de que lo conseguirás, Kar.
-¡Veo que os lo estáis pasando bien sin mí!

Ambos se alteraron al escuchar aquella voz, alejándose instintivamente el uno del otro. Desviando la vista hacia el foco, descubrieron a Remi viniendo hacia ellos.
-Ah, Eres tú - dijo Kareth.
-Pareces decepcionado –su amigo frunció el ceño.
-No, es sólo que me has sorprendido.
-Pues te aconsejo que no desvíes la mirada mientras lo dices. Suena a mentirijillas. -contestó Remi rascándose la nuca-. En fin, no importa. Os invito a algo, ¿venís?
-Claro -aceptó Nara-. ¿Kar?
-Ahora iré –dijo, fijando la vista en el tejado de la cafetería.
-De acuerdo, te esperamos dentro. Si tardas mucho me beberé lo tuyo –bromeó Remi.
-¡Ni se te ocurra!
-Eso dependerá de ti.
Entre risas, sus dos amigos se marcharon del patio, dejándole solo.


-No tengas miedo. Son buenas personas -indicó tras asegurarse de que no había nadie además de él.
Aterrizando en el suelo del patio, la figura de alguien se situó frente a él.
-No quería molestar.
-No lo hubieses hecho.
-Cualquiera lo diría viéndoos a esa chica y a ti.
Kareth se ruborizó un poco. En ese momento, Sarah caminó hacia él y se sentó en la silla que anteriormente había sido ocupada por Nara.
-Buen trabajo –le felicitó ella.
-¿Lo dices por la prueba?
La joven asintió.
-Bah, fue fácil.
-He visto las grabaciones. No me pareció que lo vieses así.
-¡Ugh! ¡Mierda! Yo que quería quedar bien.
-En cualquier caso, tú y tu amigo lo hicisteis bastante bien. Yami parecía interesado en vosotros.
-¿Yami?
-Oh, cierto, es aquel al que vosotros llamáis “mandamás de Comhairle”, o algo parecido.
-Ya veo. Ahora que lo pienso es cierto, nunca pregunté por su nombre. ¿En serio le hemos causado buena impresión?
-Eso parece.
-Qué interesante. Oye, por cierto, ¿qué te trae por aquí?
-Nada, sólo quería felicitarte. Debo volver enseguida con Yami.
-No me digas que te has escaqueado del trabajo sólo para venir hasta aquí.
-Tranquilo, lo tengo todo controlado, soy una profesional. Además, no creo que me digan nada.
Kareth resopló.
-En fin -la chica se levantó de la silla-. Me alegro de verte. Quizás volvamos a hacerlo pronto. Ya sabes, puede que coincidamos en alguna misión.
-Lo esperaré con ganas.
Ella sonrió y saltó hacia el tejado, perdiéndose de vista.

La fiesta terminó y sólo quedaron los tres amigos. Remi y Kareth estaban ayudando a Nara a limpiar la cafetería.
-No sé porque tenemos que hacer esto -se quejó Remi.
-Porque estamos ayudando a Nara -contestó Kareth con simpleza, recogiendo algunos vasos de encima de la mesa.
-¿Y ella por qué está trabajando si libra hoy?
-Eso mismo me pregunto yo –esta vez coincidió con su amigo.
-No puedo dejar la cafetería así -intentó defenderse Nara.
-Y nos arrastras a nosotros contigo, ¿eh? -volvió a quejarse Remi.
-L-lo siento… -la joven se tapó la cara con las manos, sollozando.
-¡Debería darte vergüenza! ¡La has hecho llorar! –le regañó Kareth.
-¡No! ¡Espera! ¡Yo no pretendía...! ¡Limpiaré tanto como pueda! –de repente empezó a trabajar más rápido.
-¡Gracias! –quitándose las manos de la cara, la chica mostró un rostro libre de lágrimas. Lo que dejó descolocado a Remi.
-Hay que ver. Tantos años y todavía te dejas engañar por ella –se burló Kareth.
-¡Serás…!
Remi corrió detrás de la chica mientras ella escapaba, riendo y sacándole la lengua para cabrearle aún más. Por su parte, Kareth los observaba con una mano en el estómago, del dolor que le producían sus propias carcajadas.

-Bueno. Ya está -el tío de Nara, dueño de la cafetería, cerró el establecimiento-. Gracias por vuestra ayuda, chicos.
-No hay de qué -contestaron los tres amigos al unísono.
-Y Nara. No tenías por qué quedarte a limpiar. Hoy que tenías el día libre para aprovecharlo… -el tío desvió ligeramente la mirada hacia Kareth.

Ella pareció entender a lo que se refería, pues, avergonzada, bajó la cabeza y jugueteó con su ropa.
-En fin. Es tarde y tenemos que volver a los dormitorios. Nos vemos mañana, Nara. Hasta la próxima,  Seigari.
-Nos vemos, chicos -contestó el hombre.
Nara hizo una reverencia y un gesto con la mano a modo de despedida. Parecía contenta.

-Bueno. Otro día que termina -dijo Remi mientras los dos amigos caminaban rumbo al puente mayor que separaba la zona de ocio de la escuela.
-¿Te das cuenta de que puede que esta sea de las últimas veces que podamos disfrutar de este tipo de paseos? –preguntó Kareth.
-Sí. Pero, la verdad, no estoy nada nervioso con esto de salir al exterior.
-Bueno, técnicamente nosotros ya hemos visto el exterior, ¿no?
-Otra cosa es que nos acordemos…
-Sea lo que sea a lo que nos enfrentemos, debemos seguir adelante, Kar.
-Lo sé. Puedes estar tranquilo, no dejaré que me maten.
-Hombre, para eso me tendrás a mí. Para cubrirte las espaldas.
-Es posible que nos envíen a misiones diferentes. ¿Qué te hace estar tan seguro de que nos tocará juntos?
-Llámalo corazonada. Donde vaya el uno irá el otro. Eso, y que se pueden formar grupos para las misiones -Remi rió.
-Idiota… -sin embargo, lo que dijo le reconfortó.
-Bueno, ¿qué más da ahora eso? Será mejor que estemos preparados para lo que está por llegar.

Kareth observó el cielo estrellado. Sabía que su vida iba a cambiar y que los días que había vivido hasta ahora quedarían en el recuerdo, pero, en ese instante, no tenía ni idea de lo que el futuro había reservado para él.

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